Diari de Cala Bona .

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31 de maig del 2025

SUS BENEFICIOS NO SON NUESTROS DERECHOS. Article d'opinió de JC KEOMA

Se pone a debate la ley sobre la reducción de la jornada laboral y los alguaciles de los miedos continúan con su práctica de “asustaviejas” invocando al deterioro de la economía y del tejido empresarial como si del Crack del 29 se tratara. Según sus estudios, financiados por la CEOE, se destruirá el empleo en PYMES y provocará la merma de la productividad en España. 
Desde hace más de cuarenta años la productividad ha crecido en un 53% mientras que los salarios solo lo han hecho un 22%, por tanto, los márgenes de beneficio empresarial han aumentado considerablemente en este tiempo donde las personas trabajadoras han tenido la jornada de cuarenta horas semanales.
Cuestionar desde la patronal la reducción de la jornada laboral con estos datos es violento, sobre todo en el ámbito de la microempresa o pequeñas empresas, donde en muchas de estas y en sectores como la hostelería, el comercio, la agricultura o la construcción, no se pagan las horas extras, se registran jornadas de más de diez horas diarias y en muchas ocasiones se trabaja sin contrato o con contratos a media jornada cuando realmente se está trabajando el doble. Toda una telaraña de condiciones perjudiciales para el trabajador o trabajadora y un margen de beneficio mucho más amplio para el empresario que es quien gana la plusvalía de sus trabajadores, esa de la que hablaba Marx, y que redunda en trabajo precario, sin condiciones justas, carente de convenio colectivo y de organismos además que puedan velar de forma transparente por los derechos laborales y por ende por la vida y la conciliación de la persona trabajadora.
Por eso, cuando se oye desde la pequeña empresa que si no se trabajan diez horas diarias o si no se le da de alta a jornada completa a un trabajador es porque no se llega, se le está pegando una patada al derecho más universal de las personas para poder vivir, que es el derecho a un trabajo digno. La diferencia entre tener en regla a los trabajadores cumpliendo un convenio sectorial y saltarse la ley a pie juntillas cayendo en la casi explotación laboral, no es que no se llegue ni que la empresa tenga que cerrar porque no tiene beneficios, la diferencia entre esas dos cosas es la marca y el modelo de coche del empresario y si pone la piscina de 5 metros o de 18. La diferencia, es si pone en su casa baldosas como cualquier mortal o pone mármol como los buenos empresarios y que para cagar dos veces al día no es necesario tener cuatro baños en casa. Y de verdad que argumentos como estos, para seguir viviendo a costa de la “hiperproductividad” de los trabajadores, es para que a quien los sostiene le dé al menos un poquito de vergüenza. A ver si más de uno y una se va planteando que si no le llega saltándose la ley y explotando a los trabajadores, lo mismo es que son malos empresarios y hay que cerrar la tienda.
Por otra parte están las críticas de los propios trabajadores que se van a ver beneficiados de la ley, no hay mayor victoria que la del amo al que le lamen su bota para que siempre luzca limpia, ni peor derrota que la del trabajador que se cree que el beneficio del señorito es el garante de sus derechos. Estamos tan drogados de argumentos temerarios cuando se tocan los beneficios de los poderosos que un trabajador de la hostelería reproduce el mismo discurso que Garamendi, ese de que trabajar menos y cobrar lo mismo va a llevar a la quiebra a las PYMES en este país. Hay que romper con ese discurso del trabajador que dice que si él quiere trabajar doce horas, puede trabajarlas, sin visibilizar y sin remunerar a quién sostiene y hace posible que él pueda cumplir su sueño húmedo. Tras ese trabajador suele haber una mujer que renuncia a su desarrollo personal y profesional para que eso se dé, romantizando así el machismo más carca y el feminismo “low cost”. Que las papas guisás no se hacen solas, máquina. 
Tenemos que empezar a darnos cuenta que acumular cosas con el dinero que ganamos entregando todo nuestro tiempo no es vivir, ya dijo de sabia manera Pepe Mújica que cuando compramos no lo hacemos con dinero sino con nuestro tiempo, ese tiempo que pretende hacernos recuperar la ley de la reducción de la jornada laboral, para que podamos conciliar de mejor forma, para que compartamos nuestro tiempo con quien realmente nos importa y haciendo lo que realmente nos gusta y nos dignifica. A ver si un día nos damos cuenta de que el trabajo solo es un medio de vivir y no la “condición sine qua non” de la propia vida y que nuestro tiempo utilizado en lo que verdaderamente queremos utilizarlo vale mucho más que el precio que le ponen aquellos que han vivido y que quieren seguir viviendo a costa de las espaldas de la clase trabajadora.