LA PRIMAVERA EN MI CAMA 

La primavera es la madre de las estaciones,
acuesta al invierno 
y amamanta al verano
mientras oye jugar 
en su cuarto al otoño.

No contesta a palabras lúgubres
pese a que sus días 
se vistan de gris.
Siente el palpitar 
de la tierra y ama,
mira el brillo de la hierba 
y sigue amando,
busca aposento 
en su final caliente 
y muere amando.

Es la sangre corriendo 
por las paredes de la casa,
es reventar de luz el baúl 
que guarda los secretos
en el trastero,
es una bocanada de aire fresco 
en un salón cerrado,
un volcán de flores 
que estalla en colores,
un ciclón de agua 
que riega los pies descalzos.

La primavera un día 
se metió en mi cama
para cantarme 
una canción de amor,
para enseñarme 
una oblea azul de esperanza.
Azul, como el cielo 
que me cubría entonces
y que con su pecho caliente 
y sus manos de agua
me abrazó con todas sus fuerzas,
y con su lengua de fuego
y con su alma pagana
me besó en la mejilla 
para darme calor,
me miro con sus ojos 
de azahar y hierbabuena
y me dijo ;
vengo a llevarte conmigo,
vengo a robar tu mirada, 
a matar tu frío,
vengo a rajarte la piel 
a bocados de lluvia.

Tanto me rajo la piel, 
tanto ha llovido en mí
desde entonces
que ahora,
cada día que me levanto
me crecen margaritas 
en las manos,
riego con mi sangre 
esa tierra que palpita
y cada día que termina
muero amando 
con alma de mil veranos.