Diari de Cala Bona .

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13 de maig del 2025

LA INDUSTRIA DE LA FELICIDAD (cafelito “take away”, “burpees” y otras mierdas más) JC keoma)

El concepto de productividad es la máxima de un sistema capitalista y para ello la plusvalía de un trabajador es la clave como hace tiempo adelantó Karl Marx haciéndonos ver las lecciones de primero de hijoputismo de aquellos que tienen el poder de los medios de producción, “tienes que explotarlos” (Das Kapital). Hoy en día vivimos en un círculo vicioso de productividad constante, un diseño de vida adaptado a las mejores carteras del IBEX 35 pero que las personas trabajadoras copiamos prácticamente sin poder hacerlo. 
El secreto es fácil, tienes que ser productivo en tu puesto de trabajo, rendir al máximo nivel, también debes hacerlo fuera de él, consumiendo todo aquello que se pone por delante de tu paso, tanto, que al acabar el día has hecho mil cosas pero ninguna como te gustaría. 
La vida en estos maravillosos tiempos del crecimiento y la “libertad” sería algo así como: te levantas a las cinco de la mañana para hacer deporte, ducha, desayuno “fitness” con zumo de remolacha y semillas de chía, organizar la agenda y al trabajo. Por el camino pasas por dos millones de bares pero el cafelito “Take away” lo compras en Starbucks porque es lo que se lleva y porque además la vida no te da para tomártelo sentado diez minutitos mientras lees un artículo de prensa. Termina el trabajo y rápidamente a la clase de yoga, mirar unos trapitos que te han recomendado las grandes firmas de la moda a través de notificaciones de email y después a comprar algo para la cena pero, sorpresa, está cerrado, es que son las nueve y media colega, vuelves a casa de noche hecho trizas y te ves cenando una lata de calamares en salsa americana que tienes ahí de cuando la expo. Y no has limpiado el baño, no has puesto la lavadora, ni has sacado al perro. Y es entonces cuando te das cuenta que la vida así, en esa espiral en la que te está induciendo la industria de la felicidad, no te da. 
El modelo capitalista hace de tu vida una maratón que va dejando cosas necesarias para después pero a ti te dice que vas bien, que esa es la vida de hoy y del futuro y hay que participar en ella de esa manera. Si tienes un día de descanso hay que levantarse temprano para hacer un montón de cosas que no puedes hacer durante la semana laboral, debes ir a comer al restaurante de moda, ver el estreno de la película del momento, jugar con tu hijo que hoy es Domingo y no está la chacha a la que por cierto explotas como hace este sistema capitalista contigo porque no tienes dinero para pagarle, y todo eso con el coste de oportunidad correspondiente, porque si haces todo eso en tu día libre entonces pasa que sigues aún sin limpiar el baño, sin poner la lavadora y sin hacer la compra. ¡Ojú!.
No se trata de que en las vacaciones vayas a los confines del mundo, de que en tu día a día hagas millones de cosas, ni de que imites a todo “influencer” que te anima a tener una vida guay e hiperproductiva. Plántate, túmbate en el sofá y piensa que quieres hacer realmente, hay que aburrirse para llegar a saber qué es lo que te apetece hacer de verdad. Ese estrés de vida que fabrica la industria de la felicidad no es tu felicidad, es la felicidad de los que manejan los medios de producción maquillando cada paso que das para que aceptes y concedas vanidosamente sus deseos. 
Son los patriotas de cartera, crucifijo en el cabecero de la cama y botella de Terry los que quieren satisfacer su vida a costa de tus espaldas, vendiéndote un país libre, donde tú puedes decidir vivir como ellos, con sus vidas, sus trabajos y sus vicios, pero el límite de su libertad está en los contactos de la agenda de sus padres, que muy probablemente han explotado también a los tuyos para que hoy, con más de seis ceros en su cuenta corriente, puedan manejar a su antojo esta sociedad llena de muertos vivientes mirando escaparates. 
Tenemos que entender que este modelo de vida a las personas trabajadoras no nos beneficia en ningún momento, que no podemos hacer las cosas por obligación porque así lo mandan las élites. No te auto explotes, hay que mandar a la mierda los mensajes motivacionales de “tú puedes hacerlo, sé la mejor versión de ti mismo” y esos rollos competitivos y meritocráticos que te hacen culparte a ti mismo por no conseguir algo que en verdad no quieres ni necesitas. Eso no es una vida con éxito, es una vida frustrada y con mucha ansiedad. Debemos ser más sencillos, ponérnoslo fácil y saber entender qué recursos tenemos para así poder plantearnos unos objetivos y vivir lo más dignamente y plenos posible. 
Ya en el pasado fuimos la fuerza bruta de esta misma clase social, ya en el pasado fuimos sus siervos, sus vasallos, sus esclavos. Ahora hay que parar, no hay nada más revolucionario que no producir en este mundo hiperproductivo y en este sistema basado en el rendimiento del trabajo y del ocio. Cuando un “coach” muy guay te diga “sal de tu zona de confort” contéstale; “Ji ome, a las cinco de la mañana me voy a salir yo de la cama para hacer “burpees” con lo calentito que se está con las sábanas de franela y encima con el frío que hace, que están los pingüinos con bufanda y tomándose un caldito en la calle…” y a los que te venden un estado del bienestar capitalista y que intentan hacerte ver que dentro de su sistema ,tú, también puedes ser feliz, no los creas, no los creas nunca, porque esa gente la patria la llevan atada a la muñeca y sujeta en la bragueta, cuando la verdadera patria de este puñetero país son la gente trabajadora que aún sigue estando en las cunetas.